No puedo olvidarte, lo intento y no puedo: te descubro en todas partes causando mi agonía. En la luna sonriente, en el amanecer del día, en la arena de la playa en la palmera escondida, en el reflujo de las olas, en la bruma del calima.
Dicen las malas lenguas que estoy loco, que hablo solo y a veces me da por llorar. Quién sabe lo que es cordura en un mundo en que produce dolor la ternura. ¿Saben de lo que es capaz un hombre dolorido al perder al ser más ha querido?
¿Qué hablo solo? Cuando me asalta el recuerdo de tu piel, suave como el plumaje de la tórtola, estremeciéndose con mis besos; tus ojos semicerrados, embriagados de deseo, y los labios entreabiertos exhalando suspiros, y luego tú, entregada a mis caricias, me dices: “Te quiero”…, ¿qué puedo hacer yo si no es buscarte por las calles, por el prado y por la playa y suplicarte que regreses y comencemos de nuevo?
No, no puedo olvidarte, mi amor, y te juro que lo intento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario