¡Buenos días, amig@s!
Amanece un día con 24 grados de
salida a las 8 de la mañana, y que llegaremos a los 37 grados a partir de las dos de la tarde y permanecerá así hasta las
cinco, hora en que iniciará el descenso el termómetro. O sea, que esta tarde
tendré que poner el aire acondicionado sí o sí, gozando durante ese tiempo del mismo
privilegio que los políticos que nos aconsejan usemos el abanico para ahorrar
en la factura de la luz, mientras ellos disfrutan de aire acondicionado en
todas las habitaciones de sus palacetes, incluso en el porche que da a sus
piscinas. La felicidad no está en el dinero ni en el Amor: ¡Coge tu acta de
diputado y échate a dormir! Lo demás, será añadido según el tiempo que
permanezca en el escaño.
Curiosamente, por la tarde, los bancos de la plaza de mi barrio se llenan
de personas mayores con escasa pensión que evitan enchufar el ventilador y
salen del horno de sus viviendas para disfrutar al menos de la brisa calentona
que mueves de vez en cuando las hojas de los árboles.
“Pero en Europa pasa lo mismo,
allí también pagan 110 euros el megavatio”, dice la ministra y repiten en la
tele todos los “Expertos” pagados para crear opinión favorable al Gobierno de
turno.
Es cierto: en Europa también pagan la misma factura por la electricidad que consumen; pero creo
que es mucho más fácil pagar 100 euros a un trabajador alemán que gana 3000
euros que a un español que cobra 1000
Pero ese detalle lo olvida la
ministra.
¡Vivir para ver! Toda la lucha de
nuestros mayores y de uno mismo para alcanzar la Democracia en libertad, el
trabajo digno y la justicia se reduce a sufrir los contratos y sueldos precarios,
a jornadas de diez o doce horas habiendo 4 millones de parados, a madrugar para
poner la lavadora y lavavajillas, y a volver a los abanicos.
Como dijo el poeta: “Españolito
que vienes al mundo, te guarde Dios”