martes, 31 de agosto de 2021

LA VENTANA FLORIDA


 

He vuelto a pasar delante

de una ventana florida

y me embruja la belleza

de la linda buganvilla

 

La admiro un poco y me voy

sin volver  la vista atrás,

No quiero sentir apegos

ni deseo sufrir más.

 

Mis sentimientos no siente

 pertenece a otro hogar

Es a  otro  el que  tiene en mente

a quien sin duda amará.

 

 Juan Pan García, de mi nuevo poemario.

viernes, 13 de agosto de 2021

¡VOLVEMOS ATRÁS!


 

¡Buenos días, amig@s!

Amanece un día con 24 grados de salida a las 8 de la mañana, y que llegaremos a los 37 grados a partir de las  dos de la tarde y permanecerá así hasta las cinco, hora en que iniciará el descenso el termómetro. O sea, que esta tarde tendré que poner el aire acondicionado sí o sí, gozando durante ese tiempo del mismo privilegio que los políticos que nos aconsejan usemos el abanico para ahorrar en la factura de la luz, mientras ellos disfrutan de aire acondicionado en todas las habitaciones de sus palacetes, incluso en el porche que da a sus piscinas. La felicidad no está en el dinero ni en el Amor: ¡Coge tu acta de diputado y échate a dormir! Lo demás, será añadido según el tiempo que permanezca en el escaño.

Curiosamente, por la tarde,  los bancos de la plaza de mi barrio se llenan de personas mayores con escasa pensión que evitan enchufar el ventilador y salen del horno de sus viviendas para disfrutar al menos de la brisa calentona que mueves de vez en cuando las hojas de los árboles.

“Pero en Europa pasa lo mismo, allí también pagan 110 euros el megavatio”, dice la ministra y repiten en la tele todos los “Expertos” pagados para crear opinión favorable al Gobierno de turno.

Es cierto: en Europa también  pagan la misma factura  por la electricidad que consumen; pero creo que es mucho más fácil pagar 100 euros a un trabajador alemán que gana 3000 euros que a un español que cobra 1000

Pero ese detalle lo olvida la ministra.

¡Vivir para ver! Toda la lucha de nuestros mayores y de uno mismo para alcanzar la Democracia en libertad, el trabajo digno y la justicia se reduce a sufrir los contratos y sueldos precarios, a jornadas de diez o doce horas habiendo 4 millones de parados, a madrugar para poner la lavadora y lavavajillas, y a volver a los abanicos.

Como dijo el poeta: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios”