Se escuchan aullidos en el desierto y no es el viento.
Son los gritos de la gente que está sufriendo
El viento arrastra cenizas y despojos,
Y deja atrás un cementerio.
No claves en mí tus tristes ojos, niño,
Que ayudarte yo no puedo,
aunque te tengo cariño.
Un hedor insoportable
emana del Parlamento
Temen que el rey moro se enfade
y se quede con el dinero
Maldito Gobierno,
algún día el rey moro
invadirá Ceuta y Melilla
y el mundo te dejará solo
Estremecedor Juan, Aullidos del alma debería llamarse. Cuanta crueldad por el mundo, siempre los mismos responsables los humanos. Un beso.
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