Es nieve, la cima de su montaña
apagados huecos de
sus ventanas
atados sus huesos en red de araña
piel flácida y rosa como manzanas
Tentáculos que su corazón atan
ahogan su voz, alma
enamorada
joven y viva, sus manos atadas
tus cadenas crueles sus sueños matan
Antes de que tus zarpas la destruyan
humillando su alma, si luchadora...
quiero decirte que
estaré con ella
¡Ríndete! Que tus crueles huestes huyan
Ni enfermedad ni muerte nos separa
Ni enfermedad ni muerte nos separa
nuestro amor trasciende toda frontera
La sabiduría y paciencia de nuestros ancianos bien merece unos versos, y son tan pocas las veces que nos acordamos de ellos.
ResponderEliminarSaludos
Precioso Juan
ResponderEliminarbesos
Larisa
Muchas gracias, Narci M,Ventanas. La verdad es que sí, sólo les echamos en falta cuando ya no están. Saludos.
ResponderEliminarOjalá tengáis buena salud durante muchísimos años.
ResponderEliminarSaludos.
No hay vejez donde la vez tu?
ResponderEliminarYo no la veo en absoluto o no he comprendido el poema. si te refieres a carmen jamás se me ocurriría decir que está en la vejez y tu tampoco!! un beso Vamos que la vida hay que vivirla y hoy las cosas no son como hace 50 años! Besos. escribí otro y se escapó no sé besos
Muchas gracias, Toro Salvaje. Saludos
ResponderEliminarQuerida amiga M.Susana:"Su alma es joven, está viva, enamorada". Lamentablemente, como dijo García Marquez, "el cuerpo no acompaña al espiritu" y se va degradando poco a poco: es esa la vejez que intento retratar en este poema. Gracis por tus amables y sentidas palabras. Un beso fuerte.
ResponderEliminarEl ùltimo verso resume todo....
ResponderEliminarMuy bonito
Un abrazo grande.
Gracias, genessis. Un beso para ti
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