
No sabría yo decir qué fue lo que me llevó a ti,
si fue tu sonrisa o aquel suéter incitador de sueños,
que resaltaba la hermosura y turgencia de tus senos.
O fue quizás la dulzura de tu mirada clavada en mí
El caso es que desde aquel instante me estoy muriendo.
Arde mi corazón, tiembla mi cuerpo, sólo pienso en ti
y tu recuerdo me vuelve loco, y es mi vida un sin vivir.
No sabes tú, amor, mi
cielo, cuánto te estoy queriendo.
Desvelado, corro a mirar al cielo en noches de luna llena
y la miro directamente a la cara, y con fervor le pregunto
si tú también, mi amor, en ese instante la estás mirando,
que refleje y
transmita este mensaje cual gigantesca antena:
Amada mía, dueña
de mi corazón y de mi alma...
Dirige tu dulce
mirada a esa Luna que nos ampara,
y que nos une a pesar de la distancia que nos separa
y escucha lo que te digo desde mi tierra encantada:
Eres lo mejor que he conocido;
entre todas la personas destacas,
como la amapola en el trigo,
el oasis en el desierto
o la fuente en la montaña.
Ángel de amor, gracias por elegirme.
Dios te envió, Princesita mía.
Lo eres todo para mí, vida mía
Te quiero con todo mi corazón.