jueves, 3 de octubre de 2019

MI CORAZÓN LATE A 130 LATIDOS

 

Buenos días desde el hospital, amig@s.
Es que me pasa una cosa muy rara y el médico de cabecera me ha enviado al Cardiólogo.
Nada malo, no se asusten, solo es sobrenatural. Me explico:
Desde que el pasado verano vi a unas amigas en la playa de Valdelagrana jugando al balonmano en tanga y top less no puedo evitar sentir una enorme presión en la entrepierna y mi corazón palpita a 130 por minuto, algo que parece ser anormal. Y más a mis setenta y tantos años.
Y el pasado sábado fui a una excursión con un grupo de poetas y nos detuvimos ante el monumento de una mujer desnuda impresionante. Era de piedra, pero nos volvimos locos todos y algunos se dejaron los dientes en el marmol. Yo no llegué atanto porque mi juanito se puso en un plan que no me dejaba andar.
Algunas de ustedes me han dicho aquí varias veces que soy único, y yo empiezo a creérmelo. Mi médico de cabecera estaba acompañado el otro día por una joven estudiante que llevaba vaqueros muy ajustados y yo, a pesar de mirar para otro lado no pude evitar que mi juanito se estirase intentando salir para otear el horizonte, cual periscopio de submarino nuclear. La joven quiso tomarme la presión y se dio cuenta de las pulsaciones y del bulto en el pantalón. Obviamente, dada mi edad, ni el médico ni ella se creían lo que veían sus ojos, color de mar el de la chica, marrones los de titular, y quisieron tocarlo como santo Tomás.
—Desnúdese, Juan —me dijo el doctor amablemente pasando la lengua por sus labios.
Ella no dijo nada, pero me invitaba a obedecer con la mirada. Y yo me bajaba el pantalón cuando, de pronto, sentí un golpe en mi vientre,tan fuerte que sonó como un tambor: mi juanito apareció mirando para los presentes. Debía sentir vergüenza al ver que le observaban porque se puso colorado enseguida.
La estudiante colocó el estetoscopio sobre él y comenzó a contar los latidos. Mi juanito me miraba fijo sin saber qué hacer; yo sentí una mano deslizarse por mis nalgas y me repuché, me levanté el pantalón y me quedé mirando a la pareja.
—Debe ser el corazón —dijo el médico volviendo a su silla—, le voy a enviar al Cardiólogo.


Y aquí estoy sentado ante la puerta de la consulta, temeroso de que me vuelva a pasar lo mismo y me muera de vergüenza. La enfermera ya ha venido a pedirme el papel de la cita y estoy esperando que el especialista me llame. Ella vestía con una blusa blanca y cota, por detrás se le introducía entre las nalgas, insinuando una canal de piel cálida. ¡Madre mía, ya empiezo a sentirme mal! El corazón parece que va a explotar, y juanito se desespera en su escondite..

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