Al majestuoso Cerro de las Torres,
una mañana otoñal, calurosa,
por escarpada calle subí en coche,
impresionado por su gran belleza
Sobre ruinas fenicias milenarias
los romanos, los moros y cristianos
sudando, piedra a piedra, levantaron
esta gran fortaleza
con sus manos.
llamado Diego Gómez de Ribera
cuando a conquistarlo se disponía
fulminó una flecha mora certera
oficio de cobrador por siete años
demuestra una placa en la plaza Baja
a visitantes perotes y extraños
derramó su sangre por conquistarlo
ante un pueblo valiente y decidido
que daba la vida por expulsarlos
sus muros y techos se
derrumbaron
quedando el lugar como cementerio
de un pueblo bonito,
noble y cercado.
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