A la orilla del Pisuerga
yo de ti me enamoré,
acostados bajo un olmo
arrobado te besé.
Descubrí maravillado
la pasión de tu querer
y la ternura de tu alma
enamorado, robé
Sonaron las campanadas
del reloj consistorial,
con la claridad del alba
nos tuvimos que marchar.
Y quedamos por la tarde
para vernos otra vez,
mas yo vivía en Madrid
y me fui a coger el tren
Un día recibí carta,
rebosaba puro amor,
me decías que en tu vientre
crecía una bella flor
¡El cielo se vino abajo!
¡No lo podía creer!
¿Cómo podría yo criarla
¡Yo no sé qué voy a hacer!
Y corriendo fui a tu casa
sentí en tu seno sus pies
dando patadas, traviesa,
¡y la comencé a querer!
¡Ay, ay, mi querida niña!
¡Cuánto te voy a querer!
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