Pintura al óleo de Francisco Ribera
En mi cartera llevo la foto
de una mujer morena
que
de mirarla tanto
ya
está amarillenta
La conocí en la Feria
un
día de primavera,
se
me quedó mirando
y me quedé de piedra
Qué
ojos tenía, madre,
qué
boca, qué belleza
de cuerpo, qué linda era...
De
niña era su cara
de
mujer, sus senos,
sus
piernas y caderas.
“Dame tu mano, cariño
quiero leer tu futuro”.
dijo, y puso mi corazón puro
a
ciento veinte latidos
Cogió
entre las suyas
mi
temblorosa mano
y me dijo, sonriendo:
“Estás
enamorado,
y habrá casamiento”
¿Casarme
yo?¿Con quién?
¿Contigo
quizás? dije riendo
¡Si
ya estoy casado, mujer!
No
se si fueron sus besos o los vapores del vino.
No
se si todo fue un sueño o un castigo divino;
pero
la tuve en mis brazos, ¡lo juro!
y
desde aquel día, estoy que no
vivo
No
la he vuelto a ver.
¡No
sé ni su nombre!
“La
Rompecorazones”,
decía
el cartel
Una foto llevo en mi cartera,
desgastada
y amarillenta,
de
una mujer morena
que
conocí en la Feria
Ahora,
solo pienso en ella
viviendo
como un mendigo
y que me levante el castigo.
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