jueves, 26 de abril de 2018

EL VOTO PARTICULAR


ÉRASE UNA VEZ UN JUEZ

De joven ya quería ser juez, lucir la toga y sentarse en el trono
Quería impartir justicia, defender a los buenos...
Pero venía de una familia que ya juzgaba en el franquismo, el de los hombres de pelo en pecho, el que dice que el varón es el cabeza de familia y la mujer un objeto, y denunciaban a las turistas por bañarse en Top Les.


Una justicia aquélla influida por el derecho canónico,
el que impartían los curas, sí, esos... Los de cuello blanco y sotana negra, para quienes la mujer debía llevar velo, ser sumisa y paciente, guardar silencio...
Esos que comprendían al hombre adúltero,
pero que condenaban a las mujeres que les recibían.

El hombre, que quería ser justo, defender la moral y las buenas costumbres, se fija en las ropas que muestra el video y en las huellas del alcohol en su rostro,y concluye que la mujer violada no opuso resistencia, ni atacó a sus cinco atacantes, ni se le rompieron las uñas defendiéndose, ni tenía heridas... Porque si lo hubiera hecho, ¿por qué estaba viva?
Y el aire de la sala se envenena y aturde a la demandante al escuchar que le preguntan:
—¿Mostró usted oposición o negativa?
—No hablé, no grité, no hice nada. Tenía miedo, a que me mataran y me dejé hacer.
—Entonces usted no ha sido violada. Voto que liberen a los acusados.

La Marca España

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