Buenos días, amig@s:
Amanece un domingo de tiempo variable, alternándose las nubes y el sol en alegrarnos el día.
Lo primero que hice fue desayunar con café y tostadas regadas con Prólogo, un aceite especial de sabroso paladar y aroma de flores del campo. Un aceite que yo no me puedo permitir por su elevado precio; pero que ha sido gracias al detalle generoso de mi amigo jienense, José Ramón, que hoy lo tengo en mi mesa. ¡Muchas gracias, Jose Ramón! Es un aceite delicioso.
Mientras degustaba despacio este manjar de puro oro líquido, recordé a un grupo de aceituneras que vi cerca de Villacarrillo recogiendo aceitunas del suelo un frío día de invierno en que yo viajaba hacia Valencia.
ACEITUNERA
Tu cuerpo, niña, huele a romero y tomillo
de los olivares que habitan la montaña.
Esbelta es tu figura, tu cintura un anillo,
al andar te cimbreas, cual rama de palma
Sonrisa luces siempre en tu bonita cara.
Negro tu cabello, recogido bajo un paño.
Vareando aceitunas llevas desde el alba
Y así sudada y exhausta vienes a casa
cantando un fandango por el camino.
Recoges laurel y una brizna de tomillo,
llenas el barreño y te metes en el agua
La Luna celosa mira por la ventana.
Tu cuerpo reluce con el agua clara.
Encendida de pasión de amor mi alma,
te cojo en brazos y te llevo a la cama
A romero y monte huele tu pelo, niña.
De miel son tu besos, sedosas tus nalgas,
cálidos, turgentes senos en forma de piña,
danzan al aire cuando sobre mí cabalgas
Eres hermosa, aceitunera mía.
Esposa, amiga, amante, madre...
del mundo el tesoro más grande
Me siento Dios al hacerte mía
Juan Pan García. Incluido en la Antología del II Encuentro de Poetas de Sierra Morena, 2014