lunes, 26 de septiembre de 2011

NO PUEDO OLVIDARTE


No puedo olvidarte, lo intento y no puedo: te descubro en todas partes causando mi agonía. En la luna sonriente, en el amanecer del día, en la arena de la playa en la palmera escondida, en el reflujo de las olas, en la bruma del calima.

Dicen las malas lenguas que estoy loco, que hablo solo y a veces me da por llorar. Quién sabe lo que es cordura en un mundo en que produce dolor la ternura. ¿Saben de lo que es capaz un hombre dolorido al perder al ser más ha querido?

¿Qué hablo solo? Cuando me asalta el recuerdo de tu piel, suave como el plumaje de la tórtola, estremeciéndose con mis besos; tus ojos semicerrados, embriagados de deseo, y los labios entreabiertos exhalando suspiros, y luego tú, entregada a mis caricias, me dices: “Te quiero”…, ¿qué puedo hacer yo si no es buscarte por las calles, por el prado y por la playa y suplicarte que regreses y comencemos de nuevo?

No, no puedo olvidarte, mi amor, y te juro que lo intento.

MÍRAME


Ayer pasaste por mi lado, mirando al frente
y seguiste tu camino sin decirme nada…
Miraste para otro lado para no verme

y me diste la espalda para ofenderme.

Yo me quedé mirándote, te comprendía.

Maldije mi orgullo, que no te merecía.
Fui yo quien causó la dolorosa herida

y el único culpable de tu partida.

Ven conmigo, niña, y mírame a la cara,
Díme qué te pasa que estás tan pálida.
Dónde está tu risa, dónde tu alegría.
la perdiste para siempre por culpa mía


Bajas la mirada para no decirme ¡hola!
pasas de largo sin pronunciar palabra.

Antes que conmigo, prefieres estar sola.
Yo te quiero mucho y me partes el alma

No temas, mi niña, y alegra esa cara...

Si quieres pasar de largo, sin una mirada,

si ya no quieres verme… ¡Sigue tu camino!
que yo daré la vuelta y me iré a mi casa.

Me iré a mi casa, si tú no quieres verme.

Esperaré la muerte... me dejaré morir,
porque, cariño, sin ti,
mi vida es un sin vivir

MARINERO DE ALTURA

 
 
Con el mechón de cabello,
que me diste el otro día
me he hecho la pulsera
que llevo en la muñeca mía
La fui trenzando en mi litera
navegando mar adentro,
en el cielo la tormenta
y en mi corazón tu recuerdo.
Marinero de altura soy,
voy rumbo a Barlovento.
Sufriré durante meses
agobiado por tu recuerdo
Como corona de espinas
o cuchillo bien clavado,
te lleva en el pensamiento.
mi corazón destrozado…
Ante la Virgen del Carmen,
patrona de los marineros,
me he puesto de rodillas
para decirle, amada mía,
lo mucho que yo te quiero.
No permitas, virgencita,
que ella sufra por mi recuerdo,
¡dile que volveré pronto
para comérmela a besos
Y aunque caiga la noche
y me cubra un manto negro
y la tormenta reviente
con ensordecedores truenos…
Y las olas barran la cubierta
y mi atunero acaben rompiendo
y se mezclen las marinas aguas
con las lágrimas que yo vierto…
Aún entonces, en tal cruel trance,
serás mi único pensamiento.
y le pediré por ti a la Virgen,
por lo mucho que te he querido…
por lo mucho que aún te quiero.
Pero no seamos por ahora
tan funestos agoreros
pues pienso volver a El Puerto
cargadito de pescado,
y con los bolsillos llenos

Pagar la hipoteca de la casa
y encargar un hijo nuestro
y quedarme contigo unos días
y acariciarte y con besos
tiernos, encendidos
recorrer tu cuerpo


LA LUNA



La luna y yo, estamos enfadados
Ya no nos hablamos
Por eso, si toca estar llena
En mi pueblo está nublado
Yo, a la Luna, nada que agradecerle
Cuando me siento a tu lado en el parque
Y me miro en tus ojos verdes
Ella se esconde y…¡llueve!
¡Vaya con la Luna!
Qué poco me quiere..
no sé por qué me odia
no sé porqué me hiere.
Y cuando te beso en la boca
Esos labios dulces que tienes
Y aspiro el olor de tu cuerpo
a florecillas silvestres…
la Luna, celosa, se esconde
y conjura con las nubes
me difama y me critica
las convence…¡Y llueve!
La luna y yo no nos hablamos
estamos enfadados
Para mí que está celosa
Porque te amo
Y nuestro gran amor
tanto la ha trastornado
Que cuando toca estar llena,
El cielo aparece nublado
Dime, Luna blanca
Faro del amor
Musa de los poetas
¿No te da vergüenza?
¡Ya no me haces falta!
El brillo de los ojos de mi amada
Ilumina mi alma
Y la vuelve loca



TORMENTA EN LA PLAZA DE CATALUNYA


PUBLICADO EN EL LIBRO "POETAS DEL 15M", POR EDITORIAL SÉNECA

Una nube negra
de sangre y de truenos
de odio y de sangre
amenaza a mi ciudad.
Son los Mossos que envía
la democrática Generalitat

Descargan toda su furia
sobre la verde hierba.
Botas y porras de cuero,
sed de sangre, fuego en los ojos
la paz de la plaza viene a alterar.

Cuando el viento empuje a esa nube
alejándola o destruyéndola...
Me da igual,
y el Sol vuelva a brillar,
y la gente pueda salir a la calle
y los niños vuelvan a jugar...

Entonces, brillarán aún más bonitas
Las rosas y amapolas
que florecen en los parques
y jardines de Catalunya

Y yo... yo miraré hacia arriba
y saludaré a la blanca paloma
que, por fin vuela alto, en libertad.

LA DAMA DESCONOCIDA

Escrito para el V Encuentro de Poetas en la REd, celebrado en Sigüenza el 24/9/2011


Apacible se te ve, joven Doncel,

Mientras lees el libro de poemas

que a tu amada quizás escribieras

en Granada, la tierra del infiel.


Antes de que el moro te hiriera

Y de la extensa vega granadina

regase tu sangre la verde yerba...

Tu pensamiento fue para ella


A la dulce Ana que te cautivó...

Abnegada madre, amante enamorada...

¿Dónde la dejaste? ¿Qué fue de ella?

¿Por qué permitiste que se la ignorara?


Cuentan los mendigos que velan en la plaza

Arropados por cartones y entregados al vino,

Que de noche los remordimientos

ahuyentan el sueño de tu almohada;

no ha lugar en tu corazón para el olvido.


Insisten estos pobres seres, con voz cascada

—Y apuestan por ello mil botellas de vino—

que en la silenciosa catedral, de madrugada,

sonó la marcha nupcial de Mendelssohn

y juran por sus muertos y por sus vivos

que te vieron en el altar junto a tu amada.


Uno de ellos, poeta incomprendido,

que en alcohol sus penas ahogaba.

Desahuciado por su mujer y sus hijos

de tal manera la escena narraba:


«Las altas vidrieras, fulguran en la noche.

Iluminadas por las llamas de cirios y velas

De importantes invitados la catedral está llena

Ansiando escuchar del Doncel un ¡Sí, quiero!

Que a la bella novia honor y felicidad conceda.


Cuando el órgano enmudece el Doncel le dice:

Soy Noble; tú, plebeya: ¡desposarte no puedo!

Debo, a mi pesar, seguir las reglas. Lo siento»


La novia, humillada, arroja su ramo al suelo,

Sus ojos, antes serenos, se llenan de lágrimas,

Alma herida, corre hacia la puerta y escapa.


Derramando por las calles su amargura

El eco de sus pasos rebota en los muros

Cientos de murciélagos salen de las hendiduras


Las nubes huyen raudas en el cielo y levantan

Remolinos de papeles y hojas muertas en la plaza

Un mochuelo cruza el aire y se posa en una rama


La noche oculta a la dama; nadie puede hallarla »

Y el poeta me mira con sus vidriosos ojos,

alza un trémulo dedo y declara:

«El blasón de los Arce,

eliminó a la muchacha»

AULLIDOS



Se escuchan aullidos en el desierto y no es el viento.
Son los gritos de la gente que está sufriendo
El viento arrastra cenizas y despojos,
Y deja atrás un cementerio.

No claves en mí tus tristes ojos, niño,
Que ayudarte yo no puedo,
aunque te tengo cariño.

Un hedor insoportable
emana del Parlamento
Temen que el rey moro se enfade
y se quede con el dinero

Maldito Gobierno,
algún día el rey moro
invadirá Ceuta y Melilla
y el mundo te dejará solo