¿Como era ella cuando la conocí?
Llegó a mi con su cándida sonrisa,
para mi alma fue dulce y suave brisa
y poco a poco en su aura me perdí
Mis oídos alegraban sus risas,
con su imagen vibraba mi sentir,
sin ella yo me sentía morir,
es templo de amor y sacerdotisa
Pero fue cruel y duro el descubrir
su pensamiento, si cruel y egoísta:
no me quiso, fui uno más en su lista
"Carezco de apegos", me dijo a mí.
Deja cadáveres por
donde pisa
¡Y predica amor
desde su atril!
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