La mujer que duerme en mi cama ya se ve mayor.
Sus senos, otrora enhiestos, se ven vencidos
después de haber amamantado cuatro hijos,
y satisfacer durante tantos años mi ardor
Los grandes ojos celestes que me embrujaron
se ocultan, vidriosos, tras los párpados caídos
Sus pómulos siempre llenos y sonrosados
muestran las señales que las penas le dejaron
Está cansada, mi compañera del alma,
pero aún siente el calor de la llama del beso
cuando nos abrazamos, yo me estremezco
al ver que ante mi amor ella pierde la calma
Su boca rodeada de arruguitas de tanto besar
El vientre, cansado de tanta entrega
cobra vida y tiembla cuando el éxtasis llega.
Besa cariñosa, sonríe y me vuelve a abrazar
Esta mujer mía ya pertenece a la tercera edad
su espíritu y su amor brillan como el primer día
Es mi tesoro, lo mejor de mi vida, ¡qué alegría!
caminamos juntos hacia la luz buscando la paz
Desaires, penas, mal genio ha sabido soportar,
cuarenta y cuatro años conociendo dificultad,
siempre pensando en los hijos, la luz del hogar
Perdona, vida mía, si a veces no te supe valorar