Paso las noches en vela pensando en ti, en cuando tú yo nos escribíamos y hablábamos por teléfono.
Entonces éramos muy amigos.
Reconozco que son, sin duda alguna, de los momentos más felices que he vivido...
En la noche serena aún resuenan en mis tristes oídos tus sonoras risas.
Tu voz cálida y cariñosa al teléfono embriagaba mi corazón henchido.
Aún siento en mis labios la suave y cálida piel de tu cuerpo, la dulzura de tu boca y el sabor de tu sexo en una tarde loca de playa, que el tiempo ha engullido.
Me quedo con lo bueno que me has dado; lo demás lo dejo, no ha existido.
Por esos momentos felices, querida amiga, te estoy muy agradecido.
¡Gracias, mujer! Jámás te olvidaré
El rescoldo aún está candente, poeta. Un gran abrazo, Juan.
ResponderEliminarSeguro que jamás la olvidarás.
ResponderEliminarEso es de por vida.
Saludos.
Sin terminar de comprender pues como mujer el engaño si lo hubo me duele por mi y porla engalada, es un bello poema. Besos mi querido Juan!!
ResponderEliminarQuise decir engañada aunqe solo puede ser una excelente creacion, pero se aemeja mucho a la realidad!! Besitos!!
ResponderEliminarGracias por dejar tu huella, amigo José Salas. Un abrazo
ResponderEliminarPura creación literaria, M.Susana. inspirado en recuerdos que uno guarda de otra época. Un beso, gracias por tu paso.
ResponderEliminarLo sé, Toro salvaje. Es de por vida. Saludos
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