Mirando mi cama vacía
me siento triste,atribulado
viendo que pasa la vida,
sin mirarme, por mi lado
Sé muy bien que te perdí
Nunca pudimos pasar un día
Sin discutir y hacernos daño
Querías ser libre, cual gacela
Y, celoso, yo te lo impedía...
Con palabras hirientes, groseras,
Te lastimaba y te ofendía
Eras la antorcha que iluminaba
La tortuosa senda de mi vida
¿Qué fue de nuestro amor,
De las promesas y los sueños
De la pasión, que consumía
La energía de nuestros cuerpos,
Y llenándonos de alegría
daba sentido a nuestra vida?
¿Dónde estás, amor, qué es de tu vida?
¿Piensas alguna vez en mí?
Soñando con tenerte en mis brazos
Yo... muero en vida pensando en ti
Yo... muero en vida pensando en ti
Amor que llena de vida, amor inolvidable el de estos versos.
ResponderEliminarUn abrazo Juan
Así es, querida Marian.Muchas gracias.Un placer tu visita. Besos y feliz fin de semana.
ResponderEliminarLa llama del amor siempre deja cenizas...
ResponderEliminarUn saludo
Ainsss el Amor, el amor...
ResponderEliminarUn abrazo
¡Oreadas, qué alegría verte aquí! Tienes razón, el amor es cosa aparte; siempre deja huellas. Un beso.
ResponderEliminar¡Hola, Beatriz! Bienvenida a este blog. Gracias por tu visita. Y sí, el Amor, siempre el amor.Me pregunto de qué escribirían los novelistas y los poetas sin el Amor como fuente de inspiración.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando el amor no se cultiva querido Juan, se seca como el que deja sus tierras sin arar, sembrar y segar a su debido tiempo, incluso a veces sufre las inclemencias del tiempo, por eso hay que saber abonar.
ResponderEliminarAbonemos pues lo bueno que tenemos y así lo conservaremos. Un abrazote.