Una, tarde luminosa
en una esquina mirando
sola y sentada, pensando
había una mujer preciosa.
Llevaba un camisón blanco,
mostrando su carne rosa.
Ojos grandes, pelirroja
Parecía estar llorando.
Y al verla yo si radiante
y tan bonita, tan sola...
tan altiva, tan distante...
Roto mi corazón, llora.
Volad, alegres palomas,
corred raudas a su vera.
Ella, un ave de alas rotas
que muriendo está de pena.
©Juan Pan García. 9 – 12– 2014