martes, 15 de agosto de 2023

EN LA FARMACIA

 

 

Sigo igual con el catarro. Haciéndole caso a mi vecino Eusebio he ido a la farmacia a buscar un remedio.

 Estaba yo guardando cola detrás de cuatro personas, muy preocupado porque delante de mí había un hombre que no paraba de estornudar de forma escandalosa: las vitrinas de medicamentos temblaban a cada estornudo, el suelo ya resbalaba y el ayudante del farmacéutico se puso la mascarilla.

Cuando le llegó el turno, el hombre  estornudó de tal manera que llenó de mocos el mostrador y la pantalla de cristal que separa a los pacientes del Farmacéutico. Este, si esperar nada cogió un tarro del estante, lo abrió y le dio una cucharadita del contenido al enfermo, diciéndole:

  —Son 10 euros. Ahora se toma esta cucharadita y al llegar a casa se toma otra más, y luego, otra cada ocho horas.

Todos  estábamos mirando sin perder nota de lo que estaba sucediendo. El hombre pagó y salió de la farmacia. Entonces el titular del negocio salió de la oficina y le preguntó a su ayudante:

 —Ramón... ¿Qué es lo que le has dado a ese señor para el resfriado?

  —Una cucharada de jarabe contra el estreñimiento

   —¡¡ Pero eso es una barbaridad, hombre, me van a cerrar la farmacia !!

 —Perdone jefe, pero en estos casos, es lo más efectivo. Asómese a la puerta conmigo y vea

Salen ambos a la puerta y ven al hombre apoyado en una farola con una mano sujetándose el vientre y la otra pinzándose la nariz con los dedos.

  —¿Ve usted como ya no estornuda?

 

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