Con la llegada de julio
a mi ventana ha venido
dos jóvenes gorrioncillos
a construir allí su nido.
El inesperado evento
para mí, extraordinario
causa dispar sentimiento:
se teme que los geranios
sufran y mueran sedientos
faltando el riego ordinario.
"¡Pobrecita mi maceta!
¿No tenían otro sitio?
-clama mi mujer al cielo-
Los árboles de la plaza,
los jardines del colegio,
el parque de la Victoria,
el campo allá más lejos…"
Mujer, deja que tranquilos
se amen y críen polluelos,
que alegre tu alma ese nido
sintiendo a los pajarillos.
Para regar tu maceta,
ponle debajo un platillo
con agua limpia y fresquita:
saciará su sed la planta
beberán los pajarillos.
Observo allí, sobre el hierro
al pájaro vigilante
muy atento a mi terraza,
¡no sea que me levante!
Soy feliz pensando en ellos
sus trinos de madrugada
callan cuando oyen la radio
que está junto a mi almohada.
Juan Pan García.
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