Se plantó una hormiga ante un elefante que sin querer iba a
pisar su nido.
El paquidermo se
excusó diciendo que no lo había visto. Además, el hormiguero estaba en medio de
su senda de toda la vida.
La hormiga,
envalentonada ante la pasividad del elefante, le empujó fuera del camino sin que
aquél ofreciera resistencia.
— ¡Soy libre, no tengo miedo, lárgate de mi tierra!
Y el elefante la miró sonriendo, mientras pensaba:
Y caminando despacio, olvidando la afrenta, buscó otro
camino confiando en que la hormiga reflexionara y no interpretase mal su
actitud pasiva.
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