Hay flores en el campo que destacan por su belleza. Son perfumadas y fuertes, orgullo de la Naturaleza.
Otras veo en las tiendas procedentes de invernaderos. Son
bonitas, pero no huelen ni inspiran versos.
Rodeada de zarzas, en el páramo lorquino, encontré una azucena. Eran blancos su pétalos,
dorada su corola. Las espinas se le clavaban y manteníanla presa. Su belleza
embrujaba, embriagaba su esencia...
Ahora que por el vasto mundo camino rodeado de espinos, añoro la presencia de aquel precioso
lirio.
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