Soñaba siempre con rubias de ojos azules
en noches serenas de
sueños agitados
hasta que descubrí porqué eran morenas
las mujeres que Julio Romero ha pintado.
Mirarme en la profundidad de sus ojos
misteriosos. Temblar, quizás de miedo
a dejar de ser yo y perderme en el intento
Contemplar el contraste de la blanca piel
de su cuerpo y el azabache de sus cabellos,
las sinuosas dunas de su deseado cuerpo,
y la ternura de su espalda reclamando besos.
Pero esta noche pasada ha sido otra mujer
la que ha vivido en mi sueño: Era pelirroja,
ojos color miel, de
un brillo intenso,
mirada franca, soñadora, boca de ensueño.
Blanca su piel cobrizo y ensortijado su pelo
Su espalda poblada de diminutas pecas,
¡había tantas como estrellas en el cielo!
Y yo, curioso, recorrí ese cuerpo
de valles y quebradas, que cubrí de besos
¡Ah, si fueran así las dunas de los desiertos!
Tan suaves, tan delicadas, tan húmedas...
¡Me convertiría en Tuareg al momento!
Y entre dos dunas doradas hallé un lucero
que iluminó mi noche, calentó mi invierno
Era sin duda el gran
tesoro de los cuentos
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