No sé qué tiene esta mujer.
Sin esforzarse mucho ella,
da al corazón alegría
con su figura tan
bella.
Su palabra ilumina
hasta las almas más negras.
Nada produce más paz.
Quiero en silencio leerla
Imaginando sus ojos,
la firmeza de sus senos...
¡Ay, Dios!, mi alma vuelve loca
Y qué decir de ese cuerpo,
de sus piernas caminando,
las redondeces traseras
como el ciprés cimbreando...
¡Que sí, ya lo sé,
pardiez !,
es su interior lo más
bello
y es lo que debo
mirar
según el mundo más cuerdo
Y qué quieres que te diga,
de cuerdo no tengo nada
¿Cómo conocer cordura,
si al verla me
tiembla el alma?
Amar completamente, claro...
ResponderEliminarSaludos, poeta.
Gracias, clarodecir. Un placer verte por este humilde rincón. Saludos
EliminarMuy bueno!!!
ResponderEliminarGracias, Pepa, tú siempre tan amable. Un beso
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