Perdido en la ciénaga de aguas negras como el alma que me habita, temo que llegue la noche oscura.
Seres monstruosos rozan mis piernas bajo el agua, y siento pánico
Mi brújula no señala al norte como antaño, perdido el imán de su aguja, y me diluyo en la negrura infinita.
Un rótulo clavado en un tronco indica el camino a la Isla de Cristal
No puedo salir del pantano: gruesas y altas alambradas sellan la salida
No tengo fuerzas para trepar por ellas, cual hambriento inmigrante africano.
Un hada blanca recoge lirios. Lleva impresa en su suéter la Torre de Pisa.
Yo me ofrezco inocentemente a enderezarla y sus risas resuenan en el bosque.
Ahora me arrastro por el lodo, perdida la esperanza y la fe.
Quedo a la espera de que Morgana me encuentre y me juzgue.
Nimué, Elaine e Igraine danzan y ríen observadas por la Luna.
A veces se detienen, se acercan a la valla y me dicen con desprecio:
"No eres nadie, lo has perdido todo: tu nombre, tu palabra, tu pluma, tu esencia...
Tus versos ya no encandilan a nadie, y tu prosa no hace sentir.
Que salgas de ésta es tan improbable como vendimiar en invierno,
A menos que Alama te tienda su mano y te salve la vida."
Bonito cuento, para no perder la esperanza. :)
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