de mujer de alto nivel
tan alto, que sin querer,
su boca frente a los senos
Estaba tan azorado
que al ver cosa tan bonita
tan cerca de su carita
notó que estaba empalmado
—Cielo, díme que te he hecho,
pa esa faz de sufrimiento.
–Como un bebé estoy hambriento
y ansío me des el pecho
Y la chica enrojecía
ante tal proposición
habituada a la oración
No esperaba esa osadía
Ella, sin saber qué hacer
nadaba en un mar de dudas
su estricta moral, ¡muy dura!,
la obligaba a no ceder
Lo apretó contra su pecho
y le dijo, muy serena
«Come, niño, mama y besa
retocemos en la arena"
La jodienda no ha enmienda
—lo digo yo, y soy experto,
sin leer en libro abierto—.
Si tiene, no hay quien lo entienda