En la oscura caverna de un pasado remoto siempre presente me encuentro atado con alambres espinosos, arrancados de cercas de reses bravas, que laceran mis manos y pies al menor movimiento. Intento en vano protegerme del monstruo que desea devorarme.. Esta mañana ha penetrado un rayo de luz dorada y candente que ha liberado mi alma fundiendo mis ataduras. Eres tú.
El monstruo recula ante tu fuerza y se arroja a la profunda y oscura sima adonde quería llevarme, y tú te acercas y me abrazas y secas mis lágrimas con la hermosa cabellera dorada que cubre tu cabeza y cae sobre tus hombros, enmarcando tu bellísimo rostro. Yo me dejo acunar en tu regazo, sintiendo en mi rostro la cálida y suave textura de tu piel y el vivo palpitar de tu corazón.
De súbito, preso de un loco impulso de pasión y amor, introduzco la rosa de tus senos en mi boca y, mamando como el niño que soy, extraigo de tu fuente la fuerza vital que me permitirá emprender una nueva andadura.
De pronto brilla la luz, la oscuridad se replega apresuradamente y se arrastra hacia las profundidades. Ante mí se abre una puerta y tú me tomas de la mano y me dices: Ven, hagamos juntos el camino.
Yo me miro en tus ojos color miel y ellos me hablan; veo un trocito de luna reflejado en tus labios carnosos. Intento besarlos pero no me dejas, apartas la cabeza y me dices sonriendo: ¡Vete, eres libre!
Libre, libre, libre... la palabra recorre los vericuetos de mi cerebro y retumba en mi mente. Soy libre, libre al fin.
¿Libre? ¿Cómo serlo sin estar contigo,
sin tus caricias y tus besos?
¿Cómo atravesar el desierto sin aspirar la brisa en las dunas de tu cuerpo?, ¿ dónde saciar mi sed si me niegas la fuente de tu oasis?,
¿cómo vivir preso de tu recuerdo, viviendo tan lejos de ti, muriendo de sentimientos...?
Eres tú, mi amor, la libertad que anhelo, el refugio que necesito
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