Hoy por fin la he conocido
después de tanto tiempo…
He admirado su belleza,
con detenimiento:
Es morena, muy hermosa;
sus piernas, muy largas,
sostenían un cuerpo bello,
de armoniosas curvas,
sensuales
movimientos;
senos redondos,
firmes y enhiestos…
¿Y qué decir de sus
ojos,
de su misteriosa
mirada?
Sentía que me hipnotizaba.
Sus dientes, espejos de nácar,
resplandecían en cada sonrisa,
pronunciando palabras aladas,
que revoloteaban, cual mariposas,
en cada rincón de la
sala,
penetrando, cual
navaja,
hasta el fondo
de mi alma.
Durante el Encuentro
no dejé de observarla,
de oír sus risas y su
voz
dulce, cantarina y fresca,
tal brisa de las montañas.
¡Dios, que estaba guapa!
Sus ojos negros,
sus pestañas largas,
y sus hoyuelos en la cara…
Va vestida de poesía,
lienzos coloridos sus palabras,
que, saliendo de su boca,
cubrirán pueblos y ciudades,
llanuras y montañas
jarales, olivos y
alcornocales …
Le pregunté su nombre:
Dime, guapa, ¿cómo te llamas?
Y con deslumbrante
sonrisa
me dijo: “Me llamo Amara"
Y, desde entonces,
no puedo olvidarla
¡Dios, que estaba guapa!
Sus ojos negros,
sus pestañas largas,
y sus hoyuelos en la cara…
He sentido su aroma,
la dulzura y calor de su piel
Nos hemos dado un beso
y un abrazo al separarnos.
Y cada uno se ha ido por su lado
Soñándola, tres noches he pasado
y aún no me he
lavado la cara…
¡No quiero borrar la huella
que sus labios me han
dejado!
FIN