Esta noche, tan larga y triste, sería la más corta y dulce si estuvieras conmigo.
En la oscuridad rozaría tu rostro con mis dedos y lo cubriría de besitos mientras durmieras.
Tu cuello, tus senos, tu vientre,
tus piernas, tu pubis... serían manjar exquisito para mis labios. Cual abeja
exploradora extrayendo el polen de la rosa, hundiría mi rostro entre tus piernas cálidas
y sedosas.
Y si con voz débil protestaras y
me dieras la espalda, te abrazaría y me pegaría a ti compartiendo tus latidos y
el calor y la dulzura de la piel de tus nalgas. Y cuando te despertaras, ¡ay Dios, cuando te despertaras! Entraría en ti y tú en mí, y el ardor del deseo fundiría
nuestras almas.
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