A veces el sol se niega a salir
Está harto de alumbrar desiertos
de dar vida a corazones muertos
que insisten en querer vivir
Harto de dorar la mies para el hambriento
varado en una oscura playa
abrazado al cadáver de su hijo
que murió en el intento
Atrás quedan las bombas, las zanjas
los escombros y los muertos
el polvo en el aire, truncados proyectos
y un armario lleno de sueños
La Luna vierte lágrimas de rocío
sobre un mar
embravecido
que alimenta su voraz estómago
con náufragos entumecidos
A veces, el Sol se niega a salir,
Le da vergüenza alumbrar campos
de refugiados con alambres de espino
mientras policías ametrallan pateras
Al Sol ya no le atrae la bella Europa
Ha perdido su honra, es una puta
que cada día cuenta el dinero obtenido
fornicando en las esquinas
con los Señores de la Guerra.
Mientras tanto, en Idomeni un niño
tirita de fiebre tendido en el suelo