Hermano, sí, tú , mi yo. Causas mi desgracia.
Tú ocupas mi sitio,
has heredado mis bienes;
yo muero en la calle,
tú deseas parabienes
Ignoras que así has metido el dolor en tu casa
Te has postrado a los pies de la sacerdotisa
Ella, te ha dado a beber
el elixir de la vida.
Ebrio de amor, te tumbas sobre el ara viva
sagrada mezcla de cuerpos, esencias, caricias
Unión de cuerpo y alma,
el sacrificio precisa
Temblarás de gozo, tu alma volará al cielo,
Pedirás por favor volver
a beber sus delicias
Olvida a la sacerdotisa, ya no la tendrás más
los celos, la pasión, y el odio te embargarán
desearás morir al saber
que ella te negará
Y ya no habrá para ti más primaveras
vivirás eternamente los inviernos fríos
Comprenderás, tarde, ¡todo es quimera!
Levántate, hermano, alegra esa cara.
Con otra mirada, enfrenta la vida.
Irradia la luz de tu
alma, ella te ama