martes, 7 de junio de 2022

AMIGA

 


Silencio, todo el mundo duerme en el barrio. Son las tres y cuarenta de la madrugada y estoy aquí, frente al teclado de mi ordenador, observando la plaza, donde justamente ahora se ha escuchado el canto de un búho. Hay algunos en los pinos de la bodega de Osborne, justo al lado.
No sé qué escribir, tu imagen ocupa mi mente, es ella precisamente la que me mantenía despierto en la cama, la que me mantendrá mañana pendiente del reloj contando las horas que quedan para verte y con suerte darte un beso en cada mejilla, aspirando el olor a ti, ese que desprende tu cálida y fina piel sin maquillaje y sin perfumes. La piel de un bebé, mi bebé.
Has entrado en mi vida impetuosamente, echando a un lado los muebles que ocupaban mi mente e instalando los tuyos, decorando ese espacio creativo y soñador a tu gusto. Ahora sólo tú vives en mí. Yo vivo pendiente de ti, pensando qué estarás haciendo, en quién piensas, quién es el afortunado que llena tu vida, cuáles son tus proyectos...
Porque tú y yo tenemos la vida organizada desde antes de conocernos: amistades, familia, proyectos... Somos dos amigos simplemente. Eso es lo que debo de tener presente.
El problema, amiga mía, es que no soy inmune ante tu bondad, simpatía y belleza. No puedo resistir la llamada de mis sentidos y la fuerza con que mi corazón te ha abierto su puerta para que anides en él.
Pero tranquila, sabré comportarme. Guardaré mis sentimientos en el armario de la sensatez y seré para ti el amigo más leal, el más sincero y servicial. De eso trata la amistad, ¿no? Aunque la sangre de mis venas te lleve circulando por todo mi ser y llenando de vida cada célula de mi cuerpo.

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