jueves, 26 de abril de 2018

EL LABRADOR Y EL MIRLO

 
Pintura de Manuel Barahona

Llevaba el hombre un sombrero
 amarillento de   palma
cubriendo del sol ardiente
 su cabeza blanca y calva


Y su banda polvorienta
a la vista presentaba
unos rodales de manchas
del sudor  de la mañana

Se sentó bajo una encina
 de tronco muy retorcido 
  en cuyo centro anidaba
orgulloso un joven mirlo

Sacó del zurrón un pan,
 y su odre de blanco vino
 y se dispuso a dar cuenta
de su manjar preferido:
 ¡Un cacho pan  con tocino!


Y mientras el  labrador
comía allí tan tranquilo
se oía el dulce  trinar
 de un jilguero colorido
 que iba vestido de fiesta
aunque no fuese domingo


Y después de haber comido
se tumbó a dormir la siesta
y apenas cerró los ojos
le cayó encima una mierda
lanzada con gran arrojo
por el mirlo  presumido.



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