miércoles, 20 de abril de 2016

A MARÍA JESÚS


Una niña mujer, o mujer niña. Una criatura que ha pasado su larga vida postrada en una cama sufriendo dolores. María Jesús no comprendía nada, seguramente se preguntaba por qué le había tocado a ella. Era inocente, tenía la mente de una niña. Era la hermana de un amigo. María Jesús se liberaba por fin de su condena el mes de agosto de 2014. A ella dediqué este poema.



Tiritando está la luna,
escalofríos de estrellas,
oscureciendo el camino,
sombra de plata morena


En la cárcel de la vida
tiene su mirada presa:
mujer y niña madura,
queridïsima doncella

Encarcelada su sangre
la noche escucha sus quejas
y amanece en su mirada
una mañana con rejas.

Perros de agua la muerden
y le ponen mil cadenas,
mujer y niña madura,
amantísima doncella

Gritaron sus cuidadoras
al escuchar las sirenas
¡A la niña prisionera
le han quitado las cadenas!

Las rejas están temblando
esperando su condena
Sobre el catre están las ropas,
en el suelo las cadenas


los prados en su retina
va dibujando la Luna
y le cantan las estrellas

Corta el aire la lechuza
Muerden los perros la sombra
corre libre la doncella
sin nadie que la detenga

Los pastores que dormían
bien despiertas las miradas
a los guardias les decían:
"Esa celestial criatura
felizmente cantaba y reía."

Iba montada en una yegua
Volando libre con ella
Atrás dejó las cadenas
oscura y vacía la celda

Cantan los dioses ¡Aleluya!
¡Ya viene la niña presa!
Ya no pueden detenerla.

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